24 de mayo de 2008

Yo, un simulacro.


Yo no soy yo, ya no soy más una entidad. Soy multiplicidad, abismo, fractalidad. No muestro ninguna imagen ni me dejo poseer. Las imágenes me atraviesan y se pliegan unas sobre otras deveniendo una deriva de significantes elevados potencialmente hasta el infinito. No soy más que una copia huérfana de otra copia original hecha a imagen y semejanza de una idea clara y distinta, aquella que hemos aprendido a abstraer. Soy el hijo abandonado a la multiplicidad de los simulacros. Un simulacro, una aglomeración de superficies estratificadas unas sobre otras. Multiplicidad de estados, emociones y pasiones, haciendo equilibrios en el alambre del ser. Subvirtiendo baratijas de verdades, mentiras olvidadas que instauramos como verdaderas. Soy palabra, soy mirada, soy voz, soy lagarto, soy león, soy enano, gigante, a veces, soy mujer, soy imposible no-ser, soy el pirata cojo, soy corazón, corazón loco/contento/partío, soy laberinto de mundos posibles, soy bifurcación de caminos, soy tiempo, presente, pasado, futuro, soy espacio. Soy archiliteratura.
Me doy como anomalidad, como diferenzia, como multiplicidad. Un fluctuar conectado a la rotación de los cuerpos celestes, un devenir deviniendo. 
Yo, un simulacro. Devorador de cultura, emoción y pensamiento vomito los
restos de lo ingerido en mis palabras, miradas, gestos, textos. Hijo bastardo de la subversión de la vida, idealismo invertido, continente estable y nitroglicerínico de las más extravagantes contingencias. Yo, un simulacro. 

¿Quién pretende clasificar aquello que escapa a toda clasificación?
¿Cómo ordenar a partir de cimientos resquebrajados y tambaleantes? ¿Para qué clasificar? ¿Cuál es el miedo originario que nos manda clasificar?

2 comentarios:

Unknown dijo...

Jo, original, única, còpia en la superficialitat però exclusiva en els detalls. ;)

Silenci dijo...

hay deleuze, deleuze... my dear derrida, FOucault es Bosé.