
Yo me libero. Me pongo los pies por cabeza y la cabeza por zapatos. Libero mis palabras que, pocas veces, se corresponden con mi pensar. Miro las calles como serpientes que pasean a niños, viejos, perros. Los vagones como gusanos que oxigenan la ciudad. Las baldosas como placas de sal que me mantiene a flote sobre el mar. Las antenas como manos que se agitan al verme pasar. Las ventanas son ojos perplejos expectantes. Los coches como estampidas de gacelas apresuradas. Giro mi dolor en carcajada sangrienta. Libero mi angustia en palabras que sobrevuelan los abismos del disgusto. Quemo el mundo en mis sueños y lo beso al despertar. Abandono el tedio y el cansancio por agitación y violencia, verbalizo mis entrañas, las expongo sobre la mesa. Deshojo mi cabellera como pensamiento en flor. Quedo calvo de cordura. En las antípodas de la razón instalo mi reino, mi sentir. Escalo las emes como montañas, engullo las ges como aguas, roo las erres como rata, tuerzo las tes como tobillos. Libero mi inutilidad, mi imaginación desbocada al servicio de la nada.